miércoles, 8 de septiembre de 2010

VII ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE PASTORAL DEL TURISMO

Quito -  Ecuador: 7 al 9 de septiembre del 2010


A iniciativas de la Sección de Movilidad Humana del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en la Ciudad de Quito,  Ecuador,  del 7 al 9 de Septiembre de 2010 se celebra el VII Encuentro Latinoamericano de Pastoral del Turismo, al que asisten 19 personas representando a 11 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú y Uruguay). El objetivo de este encuentro está orientado a “Fortalecer y expandir la pastoral del turismo a partir de las orientaciones de Aparecida, en el marco de la Misión Continental”.
Se constata la urgente necesidad de tomar conciencia de la realidad para ayudar a contrarrestar los flagelos de la explotación sexual, el abuso de menores y la explotación laboral, que se viven en muchos lugares.
Los enfoques de las reflexiones del encuentro se orientan también a los ámbitos de la responsabilidad ambiental con miras a promover un Turismo Ecológico Sostenible, en respeto de la Naturaleza, en el encuentro y valoración de la diversidad cultural como forma de enriquecimiento personal. El turismo debe ser un espacio que facilite el encuentro de la persona con la obra del Creador y facilite la comunión con Él y las demás personas.
Agenda del VII Encuentro Latinoamericano de la Pastoral del Turismo
  • El Turismo en América Latina: Enfoque del Ecuador y la explotación de Niños y Niñas: Gabriela Guzmán, Mónica Burbano Montalvo y Maribel Piedra  (Ecuador)
  • Turismo y Ecología:  Fray Eduardo Agosta Scarel, (Argentina)
  • Código de Ética y su  aplicación desde la Pastoral del Turismo: Padre Horacio de la Torre, (México)
  • Experiencia de la Pastoral del Turismo en una Parroquia: P. Marcio Toniazzi (Uruguay)
  • Análisis del Mensaje del Pontificio Consejo para la pastoral de emigrantes e Itinerantes con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo 2010
  • Intercambio de experiencias: Avances desde el último encuentro (Colombia, Honduras, Chile, Perú, Bolivia)
  • Evaluar el camino de la Pastoral del Turismo hecho desde el encuentro 2009.
  • Redefinir líneas, enfoques y acciones estratégicas por país y actividades regionales bajo la luz de Aparecida y en el marco de la Misión Continental (cuatrienio 2011 – 2014).

sábado, 21 de agosto de 2010

Simposio: "Espiritualidad cristiana de la Ecología"

Buenos Aires 21 - 24 de agosto de 2010


En la Ciudad de Buenos Aires, Argentina del 21 al 24 de agosto de 2010,
el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano está realizando el Simposio sobre “Espiritualidad cristiana de la ecología, ambientes, economías y pueblos” con el objetivo de realizar una reflexión y profundización critica sobre la espiritualidad de le ecología de los pueblos latinoamericanos y caribeños a la luz del espíritu misionero de Aparecida. Están presentes en este Simposio 42 personas, entre obispos (5), delegados nacionales de Pastoral Social, invitados y expertos en las temáticas a abordar. Los participantes vienen de 18 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, Alemania e Indonesia.
En la permanente preocupación de responder a los múltiples desafíos que presentan la realidad actual de nuestro mundo en los temas de la Ecología, el Departamento de Justicia y Solidaridad, ofrece a la Pastoral Social Cáritas de América Latina y del Caribe en este Simposio un tiempo privilegiado para compartir vivencias de espiritualidad ecológica, identificando los modos, valores y símbolos diversos de expresión. Se trata de Profundizar científica, filosófica, bíblica, y teológicamente la espiritualidad cristiana de la ecología tomando en cuenta las diversas cosmovisiones y dimensiones del mundo y de la ecología; expresiones que están presentes en la vivencia cotidiana y prácticas de piedad popular de nuestros pueblos. Los resultados que se esperan alcanzar a la conclusión del Simposio es la elaboración de líneas pastorales comunes para el impulso de un trabajo común a nivel Latinoamericano en el contexto de la Misión Continental, siendo portadores de la Buena Noticia de Jesucristo: Vida abundante para todos los pueblos.
Mons. Jorge Eduardo Lozano, Obispo de Gualeguaychú – Argentina, como representante de la Sección de Pastoral Social del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, en la inauguración del Simposio agradeció la presencia de todos, valorando los esfuerzos realizados y la dedicación de su tiempo para participar en este evento. Como hombres y mujeres de fe reconocemos la creación como un don de Dios para toda la humanidad. Las enseñanzas de la Biblia nos iluminan y han suscitado diversas corrientes espirituales. San Benito y San Francisco de Asis han enriquecido la espiritualidad cristiana en esta perspectiva. También nuestros pueblos originarios nos enseñan a no abusar de la madre tierra, teniendo un estilo de vida sobrio y sencillo. Las experiencias y reflexiones que compartiremos nos ayudarán a alentarnos mutuamente en la esperanza y el compromiso. También podremos elaborar insumos que sirvan a las Conferencias Episcopales en su tarea de esta pastoral específica.
Hay una rica tradición eclesial en nuestra vida y en la vida de los pueblos originarios de nuestro continente, desde esta experiencia buscamos responder a los grandes desafíos que nos presenta el tiempo y las urgencias actuales. Necesitamos embeber de la espiritualidad cristiana el trabajo pastoral en su dimensión ecológico – ambiental.
Los temas que se abordan en el presente Simposio están marcados por la siguiente agenda:
1. Ecología y Pueblos originarios: Mons. Felipe Arismendi, Obispo de San Cristóbal de las Casas, México
2. El espíritu del mundo, un relato científico: Fray Eduardo Agosta Scarel, ocam, Argentina
3. "Evolución de la Biodiversidad": Dra. Analía Lentiri, Argentina
4. Ecofilosofía y filosofías profundas": Lic. Alicia Bugallo, Argentina
5. Ecología y economía: P. Jorge Arturo Chaves, op, Costa Rica
6. Ecología: Derechos y deberes humanos, P. Francisco Muguiro, sj, Perú
7. Ecología y movilidad humana:
• Ab. Agnes Sibeleau, Argentina
• P. Claudio Ambrosio, Brasil
8. "Espiritualidad de la Creación en el AT y el NT: Pbro. Dr. Lucio Florio, Argentina
9. "La paternidad cósmica franciscana": Fray Luis Scozzina, ofm, Argentina
10. Ecología en la Doctrina Social de la Iglesia: P. Sergio Bernal, sj, Colombia
11. Piedad popular y ecología: Roberto Malvezzi, Brasil
12. Mesa redonda: Cosmovisiones originarias: Afrodescendientes: Mayas, Quechuas, Aymaras y Guaraníes:
• Hna. Ernestina – Maya, Guatemala
• Diác. Calixto Quispe – Aymara, Bolivia
• Alfonso Cachimuel – Quechua, Ecuador
• Pbro. Lino Flores – Guaraní, Paraguay

miércoles, 28 de julio de 2010

Seminario: “La pastoral del Mundo del trabajo en una economía globalizada” Organización y perspectivas

Santiago de Chile, 26 – 30 de Julio de 2010

En la ciudad de Santiago de Chile se realiza el Seminario: “La pastoral del Mundo del Trabajo en una economía globalizada” con el objetivo de apoyar a las conferencias episcopales en la organización y o fortalecimiento de la pastoral del mundo del trabajo, incluyendo los trabajadores informales y desempleados. Esta iniciativa es promovida por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano, asisten 35 personas venidas de 14 países de América Latina y de El Caribe.

Los contenidos del presente seminario están orientados a hacer un análisis de la situación en la que se encuentra la Pastoral del Trabajo en cada una de las conferencias episcopales; iluminar con la Palabra de Dios y la Doctrina social de la Iglesia, con énfasis en Aparecida, para elaborar líneas comunes de la Pastoral del trabajo en clave del discipulado misionero, estableciendo bases y criterios comunes para la elaboración de una guía de la Pastoral del trabajo.

El acto inaugural del Seminario estuvo marcado por el calor de la acogida de la Iglesia chilena que expresa en gozo sentido de tener a todos en este país que acoge a todos con alegría y esperanza de saber que se llega al sur como destino definido. Mons. Pablo Lizama, Arzobispo de Antofagasta en su calidad de presidente de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Chilena se encargó de dar la bienvenida a todos los participantes, expresando la alegría de tener a todos con este objetivo, agradeciendo de haber escogido a esta Iglesia como sede del Seminario.

Saludo de Mons. José Luis Azuaje a los participantes en el seminario de la pastoral del mundo del trabajo.

Mons. José Luis Azuaje Ayala, Obispo de El Vigía-San Carlos del Zulia en Venezuela, como responsable de la Sección “Laicos Constructores de la Sociedad” del Departamento de Justicia y solidaridad del CELAM, inauguró el seminario en un ambiente de fraternidad sentida.
A nombre del Consejo Episcopal Latinoamericano les damos la cordial bienvenida a este Seminario. Hemos venido de diversos países de América Latina y del Caribe con la inquietud de compartir experiencias y aprendizajes de lo que se está haciendo en la dimensión de la pastoral del mundo del trabajo y desglosar reflexiones que nos ayuden a ubicarnos en la realidad en la cual nos encontramos en esta dimensión, y juntos vislumbrar perspectivas para un mejor servicio desde nuestra dimensión pastoral.
Es bueno conocer que nuestro Departamento de Justicia y Solidaridad, está organizado en tres secciones: Pastoral Social, Movilidad Humana y Laicos Constructores de la Sociedad. A través de los programas que desarrollan cada una de estas secciones, se responde a los permanentes desafíos de la sociedad y permite aproximarnos a las diversas dimensiones sociales con la misión hacer presente la Buena Noticia de Jesucristo en todos los ámbitos de la sociedad. Con esta sentida preocupación, como Iglesia Latinoamericana y caribeña, buscamos aproximarnos al complejo y rico mundo del trabajo.
Con este seminario sobre la Pastoral del Mundo del Trabajo en una economía globalizada buscamos desde el CELAM apoyar a las Conferencias Episcopales en la organización y en el fortalecimiento de esta dimensión específica de la Pastoral. El mundo del Trabajo es muy complejo, tiene que ver con la economía, la política, la empresa y la cultura, pero principalmente tiene que ver con la familia en su desarrollo y perspectiva de futuro. Todas estas dimensiones que conforman la sociedad tienen un fuerte impacto en la organización y fortalecimiento en el mundo del trabajo en nuestro continente. Pretendemos reflexionar para aproximarnos a la realidad del Mundo del Trabajo, y con creatividad encontrar nuevos caminos de compromiso evangelizador en esta dimensión.
El Documento de Aparecida nos invita a “mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio –¡su servicio!– que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones” (DA 14). En este seminario, pretendemos hacerlo en y desde el Mundo del Trabajo, recorriendo un camino personal y comunitario marcado por la fuerte experiencia de Jesucristo con la finalidad de instaurar el Reino de Dios, que es reino de vida, de justicia y de verdad.
El punto focal que marca el inicio de este seminario está impulsado por el aterrizaje necesario del proceso evangelizador de la Iglesia, en la vida concreta de los trabajadores y trabajadoras a partir de la comprensión del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia y culturas concretas. Necesitamos, por tanto, promover y formar Discípulos Misioneros en el Mundo del Trabajo, cuya exigencia es ponernos a la escucha de lo que el Espíritu Santo va diciendo a la Iglesia de cara a esta dimensión.
Todos comprendemos que la realización del trabajo tiene una doble vertiente: la participación en la obra creadora de Dios y en el servicio a los hermanos y hermanas. “Jesús, el carpintero (cf. Mc 6, 3), dignificó el trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida, sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra”, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente “la clave esencial de toda ‘la cuestión social” (DA 120). Esto nos invita a entrar en la íntima comunión con Dios y la recreación de lo que Él mismo quiere de cara a la dignificación de las personas. El trabajo es esencial en la vida personal y de servicio a los hermanos, es garantía de realización personal y comunitaria.
La opción preferencial por los pobres y la situación de injusticia y pobreza que viven nuestros pueblos expresada en los rostros sufrientes (cf DA 402), nos deben interpelar en la búsqueda de nuevas propuestas pastorales en los distintos países, así como en el ejercicio de la dimensión profética de la Iglesia, para compartir y acompañar a los que más sufren las injusticias del desempleo, del trabajo infantil y forzado, mujeres maltratadas y explotadas, como también la de aquellos hermanos y hermanas que no tienen seguridad social o se ven amenazados por cuestiones políticas o ideológicas. Son muchas las realidades de dolor que esta dimensión expresa, pero muchas también son las oportunidades de servicio para la Iglesia.
Invito a realizar las reflexiones con plena libertad desde las experiencias personales y comunitarias, con una mirada atenta a lo que va aconteciendo en la cultura de nuestro tiempo, teniendo presente el objetivo de prestar una eficaz ayuda a las Conferencias Episcopales de nuestro continente. Necesitamos escucharnos desde las distintas perspectivas de nuestros países. Hay mucha riqueza conceptual como también buenas prácticas pastorales en esta dimensión de la vida de las personas.
A nombre del CELAM y de nuestro Departamento, agradecemos al Episcopado Chileno en la persona de Mons. Pablo Lizama, responsable de esta Pastoral, y a todos los que hacen posible el desarrollo de este seminario. Pedimos el auxilio del Espíritu de Dios para que nos ilumine y así nuestras conclusiones puedan servir de referencia para hacer más creíble el Evangelio de la Vida y del Trabajo a todos los trabajadores y trabajadoras de nuestro Continente. Que San Alberto Hurtado nos anime en este caminar.

jueves, 20 de mayo de 2010

Seminario: "Justicia, Bien común y equidad desde una economía globalizada En América Latina y El Caribe"


Asumamos nuestras responsabilidades

Respondiendo al llamado del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, nos hemos reunido en Lima, Perú, del 10 al 12 de mayo, 40 personas de la Pastoral Social Caritas, procedentes de 19 países de América Latina y del Caribe, con los desafíos que implica pensar otra manera de entender y hacer economía, desde la justicia y la equidad, para que el bien común se haga realidad en nuestros pueblos.

1. La sociedad en América Latina y el Caribe está en un permanente cambio en lo cultural, en lo económico, en los sistemas políticos, que reflejan la forma de concebir al ser humano; también están apareciendo nuevos paradigmas que cuestionan los sistemas vigentes y obligan a dar respuestas adecuadas a los tiempos de profundos cambios que vivimos.

2. Constatamos ante esta realidad, que las recientes crisis energética, financiera, económica, humanitaria, de cambio climático y alimentaria, están afectando gravemente la calidad de vida de poblaciones enteras, sumergiendo a millones de personas en la pobreza, excluyéndolas de todo beneficio para una vida plena. Todo lo anterior hace mucho más evidente una crisis de los valores subyacentes en las sociedades.

3. Entre los más serios efectos de estas crisis están su impacto en la realidad que viven los trabajadores (pérdida de empleo, cantidad y calidad), su vulnerabilidad social y la reducción de posibilidades de gasto público social de los gobiernos y cooperación externa, con limitadas válvulas de escape (empleo informal, migraciones, etc.)

4. Todo esto indica que la economía implementada desde un proceso globalizador, no ha dado los resultados esperados, porque la globalización asumiendo sólo la dimensión económica, “no es capaz de interpretar y reaccionar en función de los valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado” (DA 61).

5. Frente a este tipo de globalización se necesitan nuevas alternativas que vayan encaminadas a “promover una globalización diferente, que este marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos” (DA 64).

6. En el hoy de América Latina y El Caribe, creemos conveniente “crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde hayan posibilidades para todos” (DA 384). Esto implica decisiones y un ordenamiento que pase por un proceso de conversión permanente, como personas y como comunidad eclesial, donde la prioridad sea la dignificación del ser humano en su desarrollo integral y la creación de una sociedad con justicia y equidad.

7. Una de las acciones necesarias es revertir en primera instancia los efectos del actual modelo económico que rige en nuestros países, y en segunda instancia, el cambio de dicho modelo. Para ello se abren esperanzadoramente una serie de iniciativas que van surgiendo en distintas comunidades, como levadura en la masa, como “chispas” que mantienen vivo el calor del fuego en los hogares, y que van permeando poco a poco el ámbito financiero y organizativo de la economía.

8. En esta dinámica constatamos importantes oportunidades: la toma de conciencia de los pueblos de ser actores de cambio, el incremento de relaciones económicas solidarias desde las comunidades y para las comunidades, el trabajo en redes sociales y económicas alternativas, el surgimiento de nuevos liderazgos sociales, experiencias de diálogo y consenso para superar los conflictos, la presencia de “minorías proféticas” que vienen impulsando formas de economía solidaria, comercio justo y finanzas populares.

9. Todo ello refleja el gran esfuerzo de las comunidades por ampliar los procesos democráticos participativos, el mayor aprovechamiento de los medios de comunicación, teniendo siempre como centro a la persona humana y el cuidado de los ambientes y de la ecología, desde el desarrollo de capacidades de la gente, buscando condiciones de sostenibilidad y sustentabilidad a largo plazo a través de emprendimientos a nivel “micro” que se van proyectando a lo regional y nacional. Asimismo, pese a la diversidad de tendencias, algunos gobiernos de la región han creado entornos favorables para los avances de la economía solidaria, el comercio justo y las finanzas populares entre otros, que necesitan ser permanentes y crecientes.

10. El enfoque de promoción del desarrollo humano integral “desde lo local” ayuda a disminuir las vulnerabilidades de cara a la inserción en el mercado, el acceso al crédito y la capacitación técnica y en gestión, pero también se van generando organizaciones autogestionarias y cooperativas, creando modelos sociales basados en las identidades locales, con oportunidades para hacer alianzas estratégicas entre la sociedad civil y los gobiernos locales con la finalidad de buscar la sostenibilidad y sustentabilidad de estas experiencias.

11. Desde el ámbito eclesial, para lograr el desarrollo de estas experiencias y su impacto en nuestras sociedades, se requiere crear una visión compartida de futuro en la perspectiva de la construcción del Reino de Dios, con el cambio de estructuras caducas que obstruyen la acción del Espíritu e impiden salir al encuentro del hermano con una actitud solidaria sostenida por el amor en la verdad (cfr. DA 365).

12. La Iglesia misma “necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del continente” (DA 362). “La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en la experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada más que resignada” (CIV 21)

13. La encíclica Caritas in Veritate enfatiza la necesidad de una ética en los procesos económicos. Más allá de esto, el Papa Benedicto XVI nos desafía a pensar que “en la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica.” (CIV 38).

14. Consideramos que es un imperativo ético asumir los principios de la Doctrina Social de la Iglesia de la supremacía del trabajo sobre el capital, de la destinación universal de los bienes y de la subsidiaridad, para impulsar la construcción de una economía justa y solidaria en la región.

15. Frente a la situación que viven nuestros países, no podemos ser simples espectadores sino sujetos activos comprometidos en la transformación del mundo. Porque “la caridad en la verdad significa la necesidad de dar forma y organización a las iniciativas económicas que, sin renunciar al beneficio quieren ir más allá de la lógica del intercambio de cosas equivalentes y de lucros como fin en sí mismo”. (CIV 38).

16. Grandes son los desafíos que tenemos desde nuestra opción por los pobres en el campo de la economía, la justicia y la equidad. Estos desafíos nos interpelan personal y comunitariamente, exigiéndonos la revisión y renovación de estructuras y organizaciones para aportar al surgimiento de nuevos paradigmas que favorezcan la vida digna de los pueblos.

17. Sentimos la apremiante necesidad de renovar y fortalecer la espiritualidad cristiana de quienes trabajamos al servicio de los pobres, para que ella esté fundamentada en la experiencia de la atenta escucha y meditación profunda de la Palabra de Dios como fuente principal de energía, de sabiduría y de amor, para discernir los signos de los tiempos y crear nuevos imaginarios que nos permitan vivir la civilización del amor, como signo evidente del Reino de Dios entre nosotros.

18. Desde nuestra identidad de discípulos misioneros de Jesucristo somos conscientes de la ineludible responsabilidad de hacer presente la Buena Nueva de Dios en el mundo de la economía; en esta misión identificamos como urgentes los siguientes desafíos:

a) Animar una auténtica espiritualidad cristiana, inspirada en el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios que asume nuestra condición para llevar la vida a su plenitud.

b) Crear un pensamiento económico alternativo, cuya racionalidad tenga como base la justicia, el bien común y la equidad, haciendo énfasis en la ética de los procesos económicos y la gratuidad, para que todas las personas tengan vida y vida en abundancia (cf Jn. 10,10).

c) Abrir la economía a la trandisciplinariedad, de manera que se valore al ser humano en su integralidad, en armonía con la totalidad de la creación.

d) Valorar los esfuerzos en la promoción de alternativas económicas, tales como la economía solidaria, el comercio justo, las finanzas populares entre otros, animados por relaciones de colaboración solidaria, inspirados en los valores del Evangelio que ubiquen al ser humano como sujeto y finalidad de toda actividad económica.

e) Promover la incidencia con los gobiernos locales y nacionales para generar políticas públicas que favorezcan el desarrollo de una economía alternativa justa y solidaria.

f) Testimoniar con nuestras obras la verdad del Evangelio como camino de auténtica liberación en Jesucristo, que nos abre a la vida de comunión y gratuidad de la familia humana en la dinámica del amor en la verdad.

g) Impulsar procesos de renovación de la Pastoral Social Caritas para que, atenta a los signos de los tiempos, en fidelidad a su Maestro y animada por el Espíritu de Dios, reafirme su acción evangelizadora como proceso de dignificación de las personas, especialmente de los más pobres.

h) Tomar conciencia del valor e importancia de las experiencias de cambio en el modo de entender y vivir la economía que, aunque pequeñas, se abren paso entre las grietas de la resquebrajada sociedad como signos de esperanza y de vida.

  1. Buscamos ser una Iglesia de la vida, del testimonio, que camine con el pueblo y haga suyos “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1). Este caminar supone abrir mayores espacios al laicado para que asuma su misión en el mundo de la economía y de la política, especialmente a las mujeres y a las nuevas generaciones que de forma creativa vienen descubriendo nuevas modos de vivir la solidaridad y la gratuidad en la economía.

Ponemos en las manos de la Virgen María, Madre de los Pobres y Señora de la Esperanza, los anhelos y propósitos de vivir nuestro compromiso en fidelidad y total entrega a Cristo y su proyecto de vida para nuestros pueblos. Que el Espíritu Santo de Dios nos guíe y asista en esta misión.

Lima, 13 de mayo de 2010,

Festividad de Nuestra Señora de Fátima

miércoles, 7 de octubre de 2009

Encuentro Regional Sobre la Amazonía Continental
















DECLARACION DEL III ENCUENTRO REGIONAL SOBRE AMAZONIA

En Manaus, Brasil, nos hemos reunido, en un ambiente de estudio y oración, sesenta y cinco personas, entre Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Honduras, México, Perú, Surinam y Venezuela, durante los días 1 a 4 de Octubre de 2009, convocados por el Consejo Episcopal Latinoamericano-CELAM, con el fin de examinar la problemática socio-pastoral de las diócesis de la Amazonia, siguiendo los lineamientos de la Conferencia de Aparecida y los documentos magisteriales de la Región durante los últimos 40 años.

La participación de países no amazónicos da testimonio que la Amazonia es una realidad que pertenece e interesa al mundo entero.

Hemos querido permanecer en una actitud de escucha y contemplación, con el corazón abierto a la esperanza, con el ánimo dispuesto al aprendizaje y a la búsqueda de caminos nuevos. La experiencia tenida en estos días de unidad y comunión nos ha reafirmado en la conciencia de la unidad pastoral como única fuente de la Misión evangelizadora.

1. Hemos descubierto la importancia de ser sensibles a los estilos de vida de nuestros pueblos de la Amazonía así como de respetar y cuidar todas las formas de vida en ella (GS 1). Es por ello que queremos manifestar nuestra preocupación por las múltiples amenazas que acechan esta geografía y preocupan a toda la Iglesia y al mundo entero.

2. En primer lugar, es necesario reconocer la Amazonía como don de Dios en su creación . Este don tiene como particular característica la diversidad múltiple, tanto de climas, biota, ríos y recursos naturales como de tradiciones históricas, culturales, lingüísticas y territoriales de los pueblos autóctonos que la habitan. Esta característica inherente permite pensar la región como un verdadero “archipiélago” amazónico más que una sola región uniforme.

3. Sin embargo, en el imaginario colectivo prevalecen “creencias” equivocadas sobre esta diversidad de “Amazonias” que deben ser desechadas: la supuesta homogeneidad de ecosistemas y pueblos, ser la última frontera de la humanidad que debe ser ocupada, la inagotabilidad de sus riquezas, el ser “pulmón del mundo”, la habitación indígena como freno al desarrollo de la sociedad, ser un lugar estratégico para la solución de problemas económicos y, la amenaza de su internacionalización, entre otras.

4. Las presiones que acechan la integridad de Amazonía pueden organizarse bajo tres aspectos: el del crecimiento económico extractivista, el del crecimiento económico bio-ambiental latente, y el del crecimiento urbano vertiginoso. Los tres aspectos comparten las mismas amenazas: deforestación, contaminación de ríos y biomasa, desplazamientos de los pueblos indígenas y aniquilamiento de la biodiversidad.

5. El modelo de crecimiento económico extractivista concibe imaginariamente la Amazonía como fuente inagotable de recursos naturales renovables y no renovables para su explotación tanto por las industrias extractivas (petróleo, gas, minerales, madera, agua) como para la expansión agrícola (agronegocios, comodities) y generación de energía hidroeléctricas. El modelo de crecimiento económico bio-ambiental latente ve en ella y en las culturas de los pueblos que la habitan un valor comercial potencial que se ha de preservar para la apropiación del conocimiento y disponibilidad del material biótico existente para su uso farmacéutico y cosmético. Tanto el primero como el segundo responden a la misma racionalidad mercantilista de maximización de la ganancia, muchas veces en perjuicio de las personas, el derecho de los pueblos y del ambiente.

6. Durante las últimas décadas el movimiento interno de personas ha impactado en el vertiginoso crecimiento de las ciudades de Amazonía, que hoy cuentan con más del 70% de la población de la región. Este tercer aspecto de presión sobre Amazonía deteriora no sólo la calidad de las aguas de los ríos y la preservación de la selva circundante sino también las condiciones de vida de las personas que mayormente viven en las periferias más empobrecidas de las ciudades, perdiendo su memoria y tradiciones históricas. El tráfico de seres humanos, la drogadicción y trata de personas son los mayores sufrimientos que se experimentan en todas las áreas.

7. Las políticas de los Estados involucrados y sus mega-proyectos cooperan a la modernización y expansión de infraestructuras que favorezcan la integración de los países en el marco de la racionalidad mercantilista occidental de maximización de la ganancia. Con ello se violan los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes tanto de territorialidad como a la vivienda, el agua dulce, la educación, la salud y el trabajo, expresamente contenidos en leyes regulatorias vigentes y en los tratados internacionales sobre los derechos humanos a los que nuestros países han adherido. Es necesario que estas políticas se responsabilicen en la preservación de la biodiversidad biológica y socio-cultural de la Amazonía.

8. En este Encuentro nos hemos dejado interpelar por la Buena Noticia de Jesús de Nazaret, Camino, Verdad y Vida (Jn 14,16), quien vino a darnos vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Con las comunidades del Antiguo Testamento y con los pueblos indígenas de América, hemos alabado al Señor “que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos lo dejó como signo de su bondad y de su belleza” .

9. La creación como don es la acción amorosa y gratuita de Dios. Un don que nos habla del Creador (cf. Rm 1,20) y de su amor por nosotros, el cual está destinado a encontrar su plenitud en Cristo al final de los tiempos (cf. Ef 1,9-10; Col 1,19-20) . La humanidad como parte constituyente de la creación, solidaria a la naturaleza por la carne y dotada de un espíritu que le asemeja al Creador, tiene como tarea la de preservar y llevar hacia delante los caminos posibles de la creación. Nos desafía a trabajar una teología trinitaria y una cristología que nos ayude a descubrir las semillas del Verbo en la Amazonía y a dialogar con las espiritualidades presentes en ella. La fuerza del Misterio de la Encarnación, Pasión y Resurrección de Jesucristo nos impulsa a la inserción y liberación de la creación, así como a la profundización de la reflexión teológica contextualizada en las realidades amazónicas.

10. La Amazonía es parte de la creación y tenemos responsabilidad para con ella, lo que nos lleva a respetar la biodiversidad y la socio-biodiversidad. Esta responsabilidad nos impele a reconocer la sabiduría milenaria y la espiritualidad de los pueblos tradicionales que habitan en ella: También a reconocer en ellos los rostros del Cristo sufriente, a valorar su trabajo comunitario y solidario, gestando una nueva economía y una nueva sociedad, y a bendecir al Señor por el testimonio de tantos laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos que han entregado su vida hasta el martirio, para dar vida a los pueblos amazónicos.

11. En el contexto de la memoria de San Francisco de Asís, hemos entonado el Cántico de las Criaturas, recordando que “nuestra hermana la madre tierra” es nuestra casa común que debemos cuidar como “custodios” inteligentes y nobles de la naturaleza (cf. Gn 2,15), y no como “explotadores” y “destructores sin ningún reparo” . Por ello, adherimos a las palabras del Papa Benedicto XVI afirmando que “el modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa” , lo cual nos anima a fortalecer esa “alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos” .

12. Es imprescindible acompañar a los pueblos indígenas en la vivencia y expresión de la fe y en su proceso de ser protagonistas de la evangelización y de la transformación de la sociedad desde su historia y sus valores culturales. Al servicio de ello están las instituciones de la Iglesia tales como el CELAM, las Conferencias Episcopales, comunidades eclesiales de base y pastorales diocesanas. Solicitamos al CELAM la creación de una instancia que favorezca la articulación y colaboración tanto entre los países de la Amazonía Continental como de los demás países de América Latina y El Caribe.

13. Asimismo, debemos buscar los mecanismos eclesiales y participar en instancias de las organizaciones seculares para el desarrollo humano, que alienten y favorezcan todos los esfuerzos de los pueblos amazónicos por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y consolidación de los derechos de la Amazonía y por la búsqueda de una verdadera justicia ecológica.

14. Finalmente, con los Obispos latinoamericanos y caribeños entendemos que “la mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1Cor 3, 21-23)” . Por ello, es necesario interesar y cooperar con las universidades y el mundo científico en América Latina para la realización de investigaciones a fin de verificar el estado de los derechos ambientales, sociales, culturales y económicos de la Amazonía en nuestros países .Deben enfatizarse líneas de investigación y docencia interdisciplinarias que abran perspectivas a la elaboración de paradigmas teóricos alternativos de economía y desarrollo centrados en el ser humano, el trabajo y la solidaridad y no en la maximización de la ganancia .

15. “Como discípulos de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación” . La Amazonía, como parte de la creación es mediación para la experiencia de Dios, en la que podemos rastrear las huellas de su presencia. Recuperar la mirada creyente de gratuidad y belleza sobre ella nos permite crecer en un estilo de vida más austero y sencillo. Sólo así, las generaciones futuras también podrán acceder a la contemplación de Dios que se manifiesta en sus criaturas. “Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con aire contaminado” . Nos acogemos a la continua protección de la Virgen María, Madre de la Amazonía, invocada siempre por nuestros pueblos con amor de hijos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Memoria del Encuentro Continental de Pastoral Social Cáritas

Lima, Perú, del 14 al 17 de Setiembre 2009

I. Ver la realidad a la luz de la fe

CULTURAL

Estamos en una época de transición, entendida como un período en el cual las categorías de interpretación de los fenómenos socio-culturales y religiosos se encuentran en “crisis”, o para mejor decir en profunda revisión. Las tentativas de entender el cambio acelerado que vienen sufriendo los individuos/sujetos/ciudadanos/fieles para comprender, aprender y relacionarse con el mundo, reflejan una gama de interpretaciones.

Al mismo tiempo que esos esfuerzos expresan búsquedas sistémicas de explicación, cada vez más, se revelan insuficientes. Tal es el tamaño de la avalancha de cambios sufridos por las personas en todas las dimensiones de la vida cotidiana comenzando por nosotros mismos.

Tanto en las Ciencias Sociales cuanto en el sentido común emerge la sensación de que somos protagonistas/víctimas/objetos de profundas modificaciones culturales y de que todavía no tenemos claro en que consisten, que rumbo tomarán y las consecuencias a medio y corto plazo. Nuestros países están marcados por incertidumbre, riesgo, desesperanza como formas de relación, además de ser naturalizada la desigualdad social.

Es sobre este telón de fondo que propongo que nos aproximemos a algunas de las mudanzas que afectan la dimensión cultural de nuestras realidades. Propongo que la mirada latinoamericana la hagamos a partir de cuatro ejes interpretativos y cómo esos pueden ser identificados en las nuevas generaciones. Esas cuatro claves de lectura, nos pueden ayudar a captar y capturar las nuevas configuraciones sociales, las construcciones subjetivas que afectan las relaciones de los individuos/sujetos/ciudadanos/fieles.

Así veremos:

1) de qué manera las nuevas tecnologías configuran la subjetividad, las relaciones interpersonales y sociales;
2) de qué forma la cultura de consumo afecta la sensibilidad social;
3) cuáles son las consecuencias urbanas de la cultura de violencia y
4) finalmente como todo esto afecta las concepciones de lo sagrado y la trascendencia en las mudanzas substanciales del campo religioso e institucional moderno.


POLÍTICA

El Documento conclusivo de Aparecida, a propósito del contexto y objetivo de la pastoral social, pide “diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las varias necesidades de la población y que conduzcan a un desarrollo sostenible” (DA 203).

Sin embargo, el principal reto en América Latina y El Caribe en la actualidad es la reconfiguración de verdaderos Estados nacionales de derecho que garanticen la soberanía de sus pueblos y respeten, protejan, promuevan y cumplan, sin discriminaciones y retrocesos los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Ello exige la consolidación de una democracia transparente, participativa y el desarrollo de una ciudadanía activa y responsable que sea capaz de reclamar legalmente y exigir incluso judicialmente el cumplimiento de sus derechos por parte del Estado.

Hace falta una ciudadanía comprometida con el bien común y respetuosa de la ley frente al “ahorcamiento” de la democracia y el vaciamiento de la responsabilidad social del Estado, promovida por la globalización económica neoliberal, que ha generado una mayor desigualdad social y concentración del poder y la riqueza.

Múltiples actores sociales ampliaron en América Latina y El Caribe la demanda de los derechos humanos civiles y políticos relevantes en los peores momentos del autoritarismo como reivindicación fundamental en la democracia reformada. A la vez se cae en la cuenta que estos derechos, no avanzan gradualmente ni, una vez conquistados legalmente, resultan irreversibles.

Frente a la toma de conciencia de la depredación de la naturaleza y la dilapidación de los recursos naturales, particularmente los no renovables, producidos por el modelo económico capitalista vigente, se ampliaron aún más las demandas de los derechos económicos y sociales de las futuras generaciones a un medio ambiente sano. La reivindicación de estos derechos se convirtió en la posibilidad de fundamentar la transformación en las políticas más allá de las pugnas ideológicas.

También se constata que la dimensión práctica de la exigibilidad de garantía de estos derechos requiere de mecanismos de influencia en las políticas públicas y, por tanto, es imprescindible la creación de instituciones y mecanismos específicos de participación. Hoy asistimos, en efecto, a una revalorización del Estado y de sus funciones de regulación del mercado para el logro del bien común y orientar de manera más justa y equitativa la globalización de la economía.

Es necesario fortalecer un Estado democrático de derecho (con equilibrio de poderes e independencia del poder judicial) que asegure, de manera integral, el derecho a la información, la libertad de prensa y derechos sociales fundamentales: la salud, la alimentación, la educación, la vivienda y el trabajo decente.

Hay que fortalecer entonces las relaciones del Estado con la sociedad, reforzar los instrumentos de responsabilización de la Administración Pública, mediante el control parlamentario y la participación de la sociedad en las decisiones que le afectan directamente. Es necesario dar más fuerza a la sociedad civil, sin debilitar el poder de negociación y las tácticas de alianza con los diversos actores, asociando el aumento de la participación con el refuerzo de las instituciones representativas.

ECONÓMICA

1. Las recientes crisis —financiera, energética, de cambio climático, alimentaria— recaen sobre una economía estructuralmente distorsionada en América Latina y el Caribe, y tras más de dos décadas de “reformas económicas”.

2. Si bien estas reformas incluían medidas útiles para “sanear la economía”, obedecían más a las orientaciones de una economía internacional y de una globalización luego, a la que interesaba la apertura de nuestras economías, su orientación a la exportación, la atracción de inversión extranjera directa (IED), y conforme a lógica e intereses de actores protagónicos de esa globalización —en particular las grandes empresas transnacionales—.

3. Desde antes de las crisis recientes, serios analistas han venido señalando el fracaso de las reformas sobre todo por su incapacidad de eliminar la pobreza y por el aumento de la inequidad al interior de nuestros países y de estos en relación a los más ricos. Hubo efectos negativos del desmantelamiento del Estado en favor del sector privado. También se han criticado los fallos de la concepción teórica de estas reformas, su carácter ideológico centrado en una creencia de determinada forma de economía de mercado como modelo único.

4. Dado el carácter estructural de las modificaciones realizadas revertir el proceso o transformarlo es muy difícil tarea.

5. Las crisis recientes tienen como canales de transmisión a ALC los mismos rasgos configurados por las reformas económicas: orientación predominante a la exportación, dependencias en IED, remesas y afluencia del turismo.

6. Entre los más serios efectos de las crisis están su impacto en la situación de los trabajadores (pérdida de empleo, cantidad y calidad), la agudización de la vulnerabilidad social y la reducción de posibilidades de gasto público social y cooperación externa. Ahora con limitadas válvulas de escape (empleo informal, migraciones, etc.).

7. Retos derivados de esta situación para la pastoral social de la Iglesia:
· Contribución a la construcción de una economía alternativa (Caritas in Veritate 27 y 33), apuntar a una estrategia de desarrollo multidimensional, integradora, coherente con una espiritualidad planificante, elaborada con gran participación en diálogo ciudadano.
· Buscar la implicación de universidades y centros de investigación católicos en esta búsqueda.
· Trabajar en colaboración con grupos, organizaciones y sectores con perspectiva de transformación de la economía y de opción preferencial por los más débiles.


A modo de conclusión, resaltamos estos desafíos de los tiempos actuales:

Conflictos medio ambientales
Cambiantes rostros de la pobreza

Conflictos medio ambientales

En la actualidad los grandes proyectos de empresas transnacionales buscan usar desmedidamente los bienes naturales de los cuales America Latina goza en un nivel muy alto comparativamente hablando: entre ellos, el agua, los bosques, los minerales y metales.

Estas actividades están destruyendo gravemente el medio ambiente en connivencia con grupos locales interesados en enriquecerse y con la actitud en la gran mayoría de los casos de Estados débiles e inoperantes en la protección de los bienes naturales de su propio país.
Estas actividades económicas se apoyan fuertemente en planes que fomentan las exportaciones fundamentalmente de materias primas usando la falacia que dichas actividades contribuyen al desarrollo y al progreso. La realidad es otra: los procesos de empobrecimiento crecen a lo largo y a lo ancho del continente, empujando a cientos de miles de personas a emigrar especialmente hacia Estados Unidos, Canadá y Europa.

Todo este proceso de aprovechamiento desmedido de los bienes naturales, en nombre de aumentar la riqueza, está caracterizado por la entrega abierta de territorio, exenciones tributarias, facilidades en las concesiones del uso del agua, licencias de exploración y explotación de minerales y metales, con la desprotección de los derechos de los trabajadores, en desmedro del cuidado del medio ambiente, de la salud y del modo de vivir de muchas comunidades. Normalmente en las poblaciones indígenas al momento de impulsar proyectos productivos y explotación de los bienes naturales, no se aplica el convenio 169 de la OIT, lo cual pone de manifiesto el irrespeto a la voluntad de las poblaciones y hace surgir conflictos muy serios.

Hay que denunciar con fuerza que las compañías transnacionales, particularmente canadienses, en el área de la industria extractiva de metales, con inversiones comparativamente mínimas se llevan recursos de enorme valor. Dejan en cambio un saldo de contaminación y destrucción del medio ambiente, empeorando las condiciones de pobreza y deficiencia en el área sanitaria de las poblaciones en cuyos territorios se realizan estas actividades.

El cuadro es complicado y desafiante: grandes corporaciones transnacionales, organizaciones intergubernamentales instrumentalizadas por el gran capital, gobiernos y políticos locales sumisos, legislaciones débiles o inexistentes, falta de participación ciudadana real por ausencia de consultas. Esto lleva a que los grandes bienes naturales de America latina disminuyan gravemente con todas las consecuencias que ello trae. Así se busca impulsar procesos de desarrollo fundamentados en el afán del lucro y la ganancia sin buscar procesos de desarrollo integrales, sostenibles para el hombre y para todos los hombres, especialmente para los más empobrecidos.

El contraste entre estas visiones que corresponden a acciones muy concretas es el conflicto fundamental del cual se originan otros conflictos: criminalización de la lucha ambientalista, persecución contra los defensores del medio ambiente, condena de los movimientos sociales de resistencia.

Delante de todo esto queda claro que no puede haber otra opción que la de Aparecida: opción preferencial por los pobres que atraviese todas las estructuras pastorales de la Iglesia y que comporte un decidido compromiso a favor del cuidado del ambiente como casa común, aunque esto signifique correr el peligro de muerte.


Cambiantes rostros de la pobreza

1) Consideraciones previas:

o Transferir a la Pastoral Social la sorprendente receptividad que tuvo la Conferencia de Aparecida.

o En Aparecida, el compromiso por la vida es visto como parte integrante del tema central que consiste en una síntesis dinámica del Evangelio: “Discípulos misioneros de Jesucristo”, como subtema: “para que nuestros pueblos tengan vida”, explicita el tema central y muestra cómo la promoción de vida plena es parte integrante del evangelio, y en consecuencia debe formar parte indispensable de la vida de la Iglesia.

o De esta manera la Pastoral Social entendida como acción de la Iglesia a favor de la vida, es parte de la misión, necesita ser integrada en la “Misión Continental” que Aparecida propone.

2) Cultivar una intensa espiritualidad que ayude a los agentes de pastoral, a toda la comunidad eclesial a percibir “en los rostros sufrientes de los pobres” el propio rostro de Cristo sufriente.

Por ello, toda pastoral social precisa estar impregnada de una mística que ofrezca a la Iglesia las mismas motivaciones que llevaron a Cristo a tener a los pobres como destinatarios privilegiados de su Evangelio.

Cultivar la alegría de ser enviados en misión por Cristo, pero también la alegría de reconocer a Cristo en la persona de los pobres.

Destacamos tres niveles de Pastoral Social:

a. La acción específica de la Iglesia junto a los pobres, presencia de solidaridad, respeto y motivación para que los propios pobres asuman su situación y se sientan amados por la Iglesia.

b. Acción de incidencia sobre las esferas políticas. La Iglesia como “abogada de los pueblos” y “defensora de los pobres” asumiendo la causa de la justicia social.

c. Acción junto a la ciudadanía, incentivar y organizar a los ciudadanos para la participación de manera consciente en la vida económica, social, política y cultural en beneficio del Bien Común, sobre todo de los más necesitados.
Aportes de los grupos de reflexión:
Una mayor reflexión teológica y pastoral. Para ello debe desarrollarse un itinerario formativo.
Acompañamiento de la Iglesia a los pobres en la perspectiva de la construcción del Reino, y darle la debida continuidad.
Suscitar una “nueva imaginación de la Caridad” y la mística de compromiso.
Fomentar prácticas de rendición de cuentas y transparencia.
Formación de la conciencia política, de nuevos liderazgos de manera que influyan eficazmente en las decisiones.
Promover diálogos y consensos sociales.
Dignificar la acción política.
Motivar diálogos con la clase media.
Promover el cambio del modelo económico en base a la inclusión, la justicia y la solidaridad global y promover reformas fundamentales del Estado en esa perspectiva.
Rescatar las experiencias de economía solidaria identificando los factores de éxito y fracaso.
Trabajar conjuntamente con la sociedad civil y los movimientos sociales.
Promover la articulación de redes en la perspectiva de la transformación de la sociedad hacia una sociedad justa y solidaria.
Influir en el mundo académico, acercamiento a las Universidades, en especial a las universidades católicas.
Desarrollar la cultura del don y del compartir como elemento central de nuestra identidad.
Construir una Iglesia solidaria con clara voz profética.
Desarrollar una espiritualidad basada en la civilización del Amor. Que el laicado “ocupe su puesto” en la Iglesia y en la construcción de la sociedad.
Promover la pastoral social y ambiental desde las parroquias y comunidades eclesiales de base.
Asumir la defensa y cuidado de los bienes de la creación.
Facilitar la cercanía de los pastores, agentes pastorales y líderes sociales a las realidades de los conflictos socio ambientales, la sensibilización y el compromiso.



II. Juzgar desde las propuestas de Aparecida


VISIÓN CRISTOLÓGICA

“En el rostro de Jesús Cristo, muerto y resucitado, maltratado por nuestros pecados y glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y glorioso, podemos ver, con la mirada de la Fe el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos...” (DA. 32).

“Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como discípulos misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: ‘Los rostros sufrientes de los pobres son los rostros sufrientes de Cristo´” (DA. 393).

Este último texto citado muestra la relación intima existente entre las dos afirmaciones: “Ellos (rostros) desafían el núcleo de trabajo de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga relación con Cristo tiene relación con los pobres, y todo lo que está relacionado con los pobres clama por Jesús Cristo: “Cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt 25,40)” (DA. 393). Podemos, decir que el seguimiento de Jesús se da en la historia y no puede ser desvinculado de la persona histórica de Jesús de Nazaret, que se torna siempre, en todos los momentos de la historia, la fuente de todos los significados.




Fundar comunidades consecuentes con la práctica histórica de Jesús de Nazaret

La misión del cristianismo es crear comunidades. No se puede ser cristiano fuera de una comunidad. Es por medio de las comunidades que Jesús Cristo se torna presente y se multiplica por el mundo entero. Con su actuar, las comunidades dan la contribución cristiana al proceso de liberación. En América Latina y el Caribe hoy, y un poco por todo el mundo aunque de modo minoritario, notamos la contribución de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) que, con la inserción de los cristianos y cristianas en la lucha de liberación de los pobres y excluidos, iniciaron una nueva experiencia eclesial. Han proporcionado así un nuevo modo de vivir la fe (nueva práctica de la fe), un nuevo modo de interpretar la fe (nuevo modo de interpretar la Biblia y de hacer teología) y un nuevo modo de celebrar la fe (inculturación de la liturgia).



VISIÓN ECLESIOLÓGICA

Parámetros de lectura

Es importante ubicarse:

(1) En la perspectiva del Concilio (Cf. DA 100b); (2) en la tradición del Magisterio latinoamericano (Cf. DA 19); (3) al servicio de una vida plena (Cf DA 358); (4) y desde los pobres – no poder (Cf. DA 139).
Presupuestos
La Iglesia en Aparecida se entiende a sí misma:
1) A partir de la realidad concreta, ésta es contenido que imprime a la Iglesia un rostro y una identidad propia (Cf. DA 100h).
2) Subordinada a la persona de Jesús, contra todo eclesiocentrismo, y en función del Reino.

Consideraciones eclesiológicas a partir de Aparecida
1) El proyecto salvífico de Dios pasa a través de la mediación comunitaria. Ante “el debilitamiento de los vínculos comunitarios” (DA 44), Aparecida propone una revaloración de la dimensión comunitaria de la fe. Desde ella se dinamiza la dimensión social del Evangelio y se genera desde la base, una “cultura de contraste” y una actitud de diálogo con quienes comparte su preocupación por el ser humano y la humanización de la VIDA.
2) Una comunidad de discípulos al servicio del Reino en una nueva realidad social. La Iglesia se ve en Aparecida como “comunidad de discípulos” llamada a conformar a sus miembros con Jesús (Cf. DA 131), en un compromiso verdadero a favor de la vida, de la promoción humana y la auténtica liberación de todo ser humano (Cf. DA 399). No es un área de la pastoral, sino una dimensión que atraviesa toda su vida y misión. Este compromiso es acompañado por la Palabra y busca generar una cultura de contraste y exigirá de ella una verdadera conversión pastoral (Cf. DA 365).
3) «Entrar en la dinámica del Buen Samaritano», es el camino pastoral de la Iglesia (Cf. DA 135) que la lleva a hacerse cercana a los pobres y excluidos, reconociendo que son “parte constitutiva de nuestra fe cristológica” y dejándose afectar por ellos, haciéndolos protagonistas de su desarrollo. Este camino desplaza su “lugar” pastoral hacia la marginalidad (“la orilla del camino”) y la lleva a concretizar su opción preferencial y una metodología propia, configurándola como “Iglesia de los pobres”.
VISIÓN ANTROPOLÓGICA

Las estructuras antropológicas de la propuesta misionera de Aparecida y la Pastoral Social

Nos preguntamos de qué manera la Pastoral Social se deja interpelar y es enriquecida por la propuesta misionera de Aparecida, y lo hacemos tratando de explicitar las estructuras antropológicas de esa propuesta.

Cuando se habla de estructuras antropológicas en la misión, la reflexión suele orientarse a los destinatarios o interlocutores. Particularmente, se señalan aquellas dimensiones profundas de los sujetos que los predisponen a la recepción del anuncio evangélico. Pero este anuncio no es sólo el Kerygma. Es la acción evangelizadora integral de la Iglesia esencialmente unida a la promoción de todo el hombre. Por eso en Pastoral Social interesa remarcar la íntima unidad que existe entre la predicación del amor de Dios que nos salva en Cristo (dimensión más misionera) y la inmensa dignidad de cada ser humano que necesita ser defendida y promovida (dimensión específicamente social).

Las estructuras antropológicas se consideran desde la perspectiva del deseo de vivir con plenitud y dignidad que hay en todo ser humano, de tal manera que la finalidad de la propuesta evangelizadora se presente como respuesta a ese anhelo humano. Así lo ha hecho Aparecida con su propuesta muy vitalista y por ello bien latinoamericana: “La propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (DA 361). A esta finalidad debe someterse toda la actividad de la Iglesia, para que nuestros pobres tengan vida digna y plena ya ¨en esta tierra¨ (DA 355).

Pero la vida tiene dos leyes profundas, de tal manera que sólo hay vida plena si se vive en comunidad (fraternidad y justicia) y si se comunica vida (misión con sentido social). Esta convicción permitiría superar la fragilidad de los agentes pastorales actuales, hijos de la cultura posmoderna, que se dejan contagiar por el consumismo individualista que dificulta compromisos reales y estables por la vida de los pobres.

Encuentro Continental de Pastoral Social Cáritas


El Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC) han convocado a los Presidentes y Directores de Pastoral Social – Cáritas de América Latina y del Caribe, Caritas de Norteamérica, con el objetivo de “Reflexionar a la luz de Aparecida la visión y misión de la PS-C en el continente para responder, desde nuestro ser Iglesia, a los desafíos del actual cambio de época, en el contexto de la Misión Continental”.


En el centro de Espiritualidad Hermaise Paget, de las Hermanas de lo Sagrados Corazones de la ciudad de Lima, a horas 17:00 se dio inicio al Encuentro con la Celebración de la Eucaristía presidida por S.E. el Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CssR, Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), y Presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano y concelebrada por Mons. Fernando María Bargalló, obispo de Merlo Moreno, Argentina y presidente de Cáritas Latinoamericana y del Caribe, obispos responsables de las distintas secciones del DEJUSOL, Obispos presidentes de Pastoral Social – Cáritas de ALC, presbíteros y laicos; un total de 65 personas, venidas de los países de América Latina y El Caribe. Participan asimismo Kathy Brown, Coordinadora Caritas Norte América, Martina Liebsch, delegada de Caritas Internationalis y Ulrich Smitt, responsable del Proyecto PICO para América Latina.


Este Encuentro se realizó dentro del actual contexto que vive la Iglesia que peregrina en América Latina y El Caribe, reflexionar a la luz de Aparecida en clave de la Misión Continental, los actuales temas sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos que viven nuestros pueblos, que están urgiendo un decidido compromiso de los Discípulos Misioneros de Jesucristo, llamados a comunicad la Vida que proviene de él como de su vertiente original y fundante. La agenda de trabajo de este Encuentro tiene como finalidad perfilar las líneas de acción de la Pastoral Social – Cáritas en los nuevos contextos que hagan efectiva la opción preferencial por los pobres, en una acción comprometida en la instauración del Reino de Vida, donde hay un espacio para todos.